ENEDIANA, DEL LIBRO DE POESIA, "NO ES MENTIRA ESTE PARAISO", CECUT, CONACULTA, 2010.

PRESENTACION DE NO ES MENTIRA ESTE PARAISO

PRESENTACION DE NO ES MENTIRA ESTE PARAISO
VICTOR SOTO FERREL, ELIZABETH CAZESSUS NELIDA RUIZ

martes, 10 de noviembre de 2009

NUESTRA CAMA ES DE FLORES



POR PEDRO SERRANO.

Lo primero que hace un libro como este es invitar a preguntarse qué se espera y cómo se va a juzgar, si solo incluye mujeres, y cuyo tema es el erotismo (dos cuestiones que surgen incluso antes de leerse o principalmente antes de leerse). Es necesario separar otras cosas también, para no encimar valoraciones y para ver lo que hay ahí, pero empezaremos por eso.

A pesar de que a algunos les pueda parecer innecesario, la acción sociológica de que muchas mujeres escriban y se den espacio para expresar, exponer y consentir sus deseos, miedos y realidades en Baja California es digna de mención. No hay que olvidar el lugar dónde han sido escritos estos poemas, el medio en que han aparecido y aquello que confrontan. Las mujeres que los escribieron ponen su discurso escritural y sexual enfrente de la violencia, principalmente masculina, del negocio de la droga y de su relación con el poder.

Los estudios críticos feministas han señalado que las mujeres tienden a abrir más espacios de emancipación escribiendo que hablando. Habría que pensar por qué. Una primera conjetura es que en la lectura el interlocutor no puede interrumpir a —es decir irrumpir en— quien escribe. En el acto de la escritura no aparece la violencia del otro: está postergada. Uno de los resortes iniciales de la escritura es la ocupación de un espacio en que el silenciamiento no irrumpe de manera inmediata. Es más fácil escribir que lograr esa escucha en la confrontación, contacto, negocio o roce directos de la oralidad. Es en la discusión donde los mecanismos de silenciamiento aparecen automáticamente y son inmediatamente efectivos. A partir de esto, este libro es importante porque muestra a un grupo social que ha cambiado, si no el modo de las relaciones sociales, sí la manera en que las percibe.

Ahora hay que hablar de los poemas. Si bien es cierto que todas las mujeres que los han escrito han dado un primer paso hacia su propia emancipación al expresarse, mucha de esta escritura está remedando prácticas masculinas. Esto es normal en cualquier proceso de emancipación. Pero es aquí donde se da el esguince entre hecho estético y realidad social, y donde se separan, dentro del libro, los poemas que son expresión de necesidad vital de los que son, además, creación estética. Es a esto a donde la visión prejuiciada de quien solo ve “poesía femenina”, o “poesía erótica”, o “poesía de Baja California” no alcanzará nunca a llegar. Sus anteojeras habrán creído saber, de antemano, qué hay en un libro así. En ello coincide una visión no articulada pero sí efectiva de la literatura, con actitudes tradicionales de menosprecio a la mujer. Habría que preguntarse si el desprecio de un conjunto de poemas de carácter sexual escritos por mujeres y el dato documental de que las mujeres ocupen un lugar casi nulo en las estructuras del poder literario real en México, no son síntomas de lo mismo.

Por eso es importante que este libro se haya hecho, y hablar de él. Quien lo considere meramente como un compendio de mujeres que expresan sus deseos o sus realidades no va nunca a descubrir cómo esos deseos y realidades, cuando están hechos desde una conciencia de escritura, entran en cotas de expresión nuevas y poderosas. Además, es muy probable que una mujer que alcanza una afirmación estética esté alcanzando con ella su emancipación como mujer. Quien escribe desde esta instancia ya no está buscando la aceptación del otro sino la construcción de su propia expresión independiente y autónoma. Y eso también incomoda porque, entre otras cosas, no es fácil acomodarlo en una visión tradicional de la poesía mexicana.

Son varios los poemas aquí incluidos que construyen su propio espacio escritural. Esos poemas son un verdadero goce, y en ellos surgen realidades que no aparecen, por imposibles, en poemas escritos por hombres. Si este libro documenta una historia de varias décadas de escritura femenina, también abre una cartografía de dilatados intereses. Porque aunque sea el sexo el campo central de expresión en el que coinciden todos los poemas incluidos, sus implicaciones se extienden, ya sabemos, por toda la gama de experiencias posibles y con diferentes tonos de sensibilidad y percepción. Es muy distinta la manera de entender y estar en el mundo y en el lenguaje de Elizabeth Cazessús , que lo vive como acto de conocimiento y dice: “Cuando entras en mí es mi casa es mi ciencia es mi cielo” a la de Chuyita Yuriar , quien afirma metonímicamente: “Traigo deseos en mi vientre, hambre de un buen filete”. Y mientras que a Ruth Vargas Leyva la realidad del Internet le sirve en contraposición a lo real para declarar: “no me ofrezcas sexo virtual”; Rosina Conde , al retomar elementos de la poesía china, la hace decir reposadamente, “Yo, sentada, distrayendo tu Miembro recordamos la tarde, la lluvia y la montaña”.

Éstos son versos legítimos y cada uno de ellos habla de cosas distintas. Por eso, mientras Brenda Yanes afirma contundente “mi lengua culebra te buscará y atacará hasta dejar sin piel tu presa más viril”, Violeta Villavicencio susurra: “Tus manos oscilan, todas llenas, en el tejido frágil del abismo”. Son a la vez, estados vitales y estados de escritura que vale la pena visitar.

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