ENEDIANA, DEL LIBRO DE POESIA, "NO ES MENTIRA ESTE PARAISO", CECUT, CONACULTA, 2010.
PRESENTACION DE NO ES MENTIRA ESTE PARAISO
lunes, 4 de octubre de 2010
El verbo en el paraíso
por Aglae Margalli
Un humus ancestral permea No es mentira este Paraíso de Elizabeth Cazessús, quien se pone a recoger los ecos que le devuelve el misterio de la existencia. Estar viva y cantar es el oficio de esta poeta, por ello aprehender el mundo no le basta a su exigencia lúdica es algo mucho más profundo lo que demanda su esencia, su estar en un tiempo que atraviesa las eras. En su poesía el lenguaje adquiere tonalidades sacras, es un acorde primigenio, una pulsión, un latido que nos abre a la vida. En Elizabeth las palabras son un rito propiciatorio que convoca una ceremonia visionaria donde la mujer manifiesta su misterio. Adentrarnos en su canto es descender a las profundidades donde se enraíza el corazón que se agita para entregarnos su savia. Sonido de tierra atraviesa sus versos para decirnos:
Finco en las ´piedras el mineral de mis huesos
Soy un cuerpo raptado por el sueño
El tiempo reposa entre los rincones
De una tierra sembrada por el escarnio
Y el impulso voraz de la avaricia
Esta ciudad inaprensible y rota
Me ha vestido con sus lenguas muertas
Nazco, comadrona, como una niña
Enamorada del olvido.
Elizabeth es la sacerdotisa, la chamana cantándole a la lluvia o a la diosa que es la madre naturaleza. Es la mujer llorando sobre sus propios huesos que alienta una fuerza poderosa, un instinto salvaje que nos devuelve la esencia femenina. No hay abrazo que la constriña cuando se desata liquida. En su poesía, el mar no es espejo sino develación que nos arrastra aguas adentro. Es así que la lengua es liquidez marina que acicatea la sensualidad desde el cardumen del tiempo:
…
Asila al mar en tu cuerpo
Apareces en la tersura de mi almohada
Tu mano toca la mía incendio vital entre corrientes
Sol
(…)
Y nos vemos ahí
(…)
Evaporados por la imaginación y el deseo
Somos fluidos invencibles que ya ni la palabra toca.
Seis son los momentos que conforman esta nueva entrega de Cazessús: “Desde la niebla”, “La palabra”, “Enediana”, “No es mentira este paraíso”, “Instinto de ingravidez” y “Naturaleza de los amantes”, donde están presentes los signos que cifran su quehacer poético desde sus inicios: la sal, el mar, la mujer, su preocupación por el lenguaje se amalgaman con madurez en estos cantos que nos regalan una poesía solida que se ha ido depurando con los años.
Sus imágenes son como un árbol que se sostiene en su propio tronco, pues se han gestado en la experiencia sinestética no sólo en el tránsito de sus pasos sino incluso en lo interdisciplinario de su quehacer creativo. Y es que, Elizabeth nos grita que los sentidos son aún mayor regalo y don de vida. Su sabiduría femenina estriba en todas las visiones que alberga en su interior :
Sólo huesos tengo para rescatar la memoria de tus brazos
Dame la sal y la pasión que destilan tus lágrimas
(…)
He gravitado callada para no perderme en el bullicio de otras voces
Como sonámbula deambulo con la canción del silencio.
Pero si sus palabras ejecutan un rito tan añejo como el mismo tiempo para descifrar la ventura y el destino, su quehacer poético la impulsa a escrutar los designios de la lengua que bosqueja en imágenes. Hay gozo en la poesía que se vierte entre las páginas de este trabajo que también es un ejercicio literario. No es fortuito que la parte medular de este poemario esté dedicado a la palabra como instrumento que nos adentra hacia la sabiduría que irradia el arte de nombrar y convocar aquello que nos revolotea la boca: la palabra.
La fuerza gestora trae aparejada la parte espiritual que la sostiene . Como una sacerdotisa que ha bebido del liquido de la vida se pone a formular nomenclaturas para adquirir el impulso necesario para llamar a la existencia a los seres y a las cosas. Todo aquello que el ojo iluminado descubre. Todo aquello que se da a luz desde el vientre poético que la posee y que posee:
La pregunta flota detrás de los párpados.
Las señales de los pies andantes sobre el vacío
No pesan las horas alrededor de nosotros
Ni los límites del propio entendimiento
¡una esfera, un círculo de luz!
Un alumbramiento sigue a otro alumbramiento.
Estos alumbramientos son atributos visionarios que traen aparejados diferentes estados del alma que configuran su periplo. Un trabajo que conforma un lenguaje intimo que nos muestra sus filiaciones literarias y los factores interculturales que han impactado su oficio para fincar su compromiso con su especie y ayudarnos a recuperar el alma de la tribu; los dones que albergamos en nuestro interior que es la base de una sabiduría que se pierde en la memoria de los tiempos.
Por ello, hay que celebrar con júbilo esta publicación que viene a enriquecer el acervo de las letras bajacalifornianas y el oficio de la palabra.
Aglae Margalli
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