El desierto nos roba el sueño
en ese viaje largo donde los
cuerpos
cuerpos
parecen desprovistos de
sustancia.
sustancia.
La primitiva arqueología de
un edén
que no alcanzamos a conocer por inhóspita.
La carretera es una pronunciación de la soledad
donde la mirada se pierde
en la perpetua sinfonía del silencio.
El mar vuelve a ser nuestro
con toda su enigmática gravedad.
Tú y yo desparecemos en la línea del tiempo,
absortos, por la inmensidad que avasalla
y nos deja callados, anhelando la mezcla
de la tierra y la sal.
Son otros los que imaginan la piel del deseo.
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