Lo que pasa es que vivo
en un poema disperso,
cruzo de una a otra orilla
lo llevo entre las manos
como un niño huérfano,
sujeto a todas las violaciones,
en un país donde la economía
es un bien para unos cuantos ladrones
los salarios una lucha contra el desgaste,
y la justicia, una razón que no se ve, ni
se toca.
Lo que pasa
es que la familia se convirtió
en una célula del cáncer,
un pretexto para el suicidio,
y los abuelos se quedaron hablando solos
y los padres no hicieron su trabajo
Olvidaron el futuro, vivieron del pasado
Firmando un contrato leonino, sin saberlo.
Lo que pasa es que la pasión revela
fieras descontentas,
y el amor es recipiente del olvido,
un cuerpo cortado por la incomprensión,
por una avalancha de contrataciones
tributarias
abanderado y en cólera en una cárcel
invisible.
Lo que pasa
es que nada de esto es suficiente
voy en
busca de la fuente en otro río
no en éste contaminado,
salgo a la luz, busco el sol como puedo
sin chocar entre las letras
veré las estrellas del cielo y el mar
huyendo de la fabrica de humanos conformes.
Lo que pasa es que hay que abandonar
el huerto lleno de hojarasca,
sin escuchar más a la arpía que lo habita
y sobornados heraldos de su gloria,
irse lejos, buscar otro lugar
para entender el ansia
que carcome las vísceras.
Y no ser flanco de la prisa
De la modernidad esclavizada
Del avaro y sus mazmorras
Del político neloliberal de cabecera
De la cínica y comodina demagogia.
El hombre entero no está en la filosofía
ni el humano en la poesía
y la ciencia está al servicio del poder y la guerra.
Hoy vivo condenada por la sola palabra
y su grito en las calles.
Elizabeth Cazessús
Tijuana. B. C.
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