ENEDIANA, DEL LIBRO DE POESIA, "NO ES MENTIRA ESTE PARAISO", CECUT, CONACULTA, 2010.

PRESENTACION DE NO ES MENTIRA ESTE PARAISO

PRESENTACION DE NO ES MENTIRA ESTE PARAISO
VICTOR SOTO FERREL, ELIZABETH CAZESSUS NELIDA RUIZ

lunes, 16 de julio de 2012

PINTURA REVISITADA: "La no pretensión de lo sagrado"

Elizabeth Cazessús                                                                             

¿Sabes qué es la pintura, Ángel? 

El esfuerzo de la materia por convertirse en luz.

Pintor de Tijuana anónimo. 

Bar “Silencio”







Ángel Valrá nos muestra su obra en el Centro Cultural Tijuana, en el tercer piso de  la galería del Cubo, en una edición esperada  por muchos de nosotros, desde hace varias décadas.
Muestra sorprendente por su belleza, el contenido, la trayectoria, la autenticidad; características que invitan y reúnen para apreciar la obra de este pintor bajacaliforniano que ha trascendido por su entrega y resistencia  en las artes plásticas con su trabajo fecundo y creador. El recorrido se perfila lucidamente planeado por  la curaduría de Enrique Ciapara, quien puntualiza una exhibición libre de saturación y seductora presentación.


Así, el visitante puede disfrutar en  las diferentes secciones, la evolución que ha tenido la obra de Ángel Valra,  desde la obra figurativa de los 80s, el figurativo atmosférico de los 90s”, hasta el abstracto cósmico a partir de la década 2000.
Independientemente de la técnica en Valra, puedo apreciar  una actitud hacia lo sagrado, pintar para él  es un acto ritual, expresar lo que encuentra de manera transitoria en el lienzo, asumir el dictado, lo que su mente y los materiales le dan en cada obra. Y como el mismo menciona, en palabras de Pablo Natorph, “lo sagrado es la no pretensión, es obedecer el dictado de los materiales”. Y es en esto, donde los hallazgos son más que imágenes, son fenómenos, escenarios donde están sucediendo cosas, donde la naturaleza animal y humana se expresan, donde la tierra hace sus diferentes confrontaciones. Las palabras guardan silencio, porque no hay nada que explicar, sino sentir, percibir, contemplar y dejar que la estática te lleve a los lugares del encuentro, para disfrutar  y lograr entrar a la esencia de su obra.



Esto es visible en “Black Blood”, un cuadro que  magnifica una especie de eclosión galáctica; la densidad del negro de fondo incrementa el dramatismo, la elevación, el vuelo; en “Opera Azul”, la cascada del azul es un personaje sacerdotal dentro una caverna celeste, donde el erotismo emerge de los muros y formas lechosas; la “Montaña Sagrada”, un cuadro que el curador propone en cambio de posición, de horizontal a vertical; y de manera vertical asemeja un fondo marino, abisal. Con esto se comprueba que la obra de Ángel Valra cuando se mueve,  cobra nueva vida. En  otros cuadros de reciente factura, hace homenajes a los muertos de Acteal, con el “Árbol de la Muerte”, obra  impresionantemente energética, y su  homenaje a  Eduardo Chillida en la serie, “ Todos los papeles”  perteneciente a la última década de abstraccionismo cósmico, donde hace gala del simbolismo.


Imposible concentrar en palabras todo lo que esta retrospectiva ofrece en tres décadas, -tiempo de tiempos-,  hay que estar horas y ver al detalle todo lo expresado y vivido por el autor. Cada cuadro tiene su historia, su hilo conductor, su origen como parte del rito, trance, coincidencia, conjugación del verbo creador, acto de sumersión, poesía incurable, insurrección del instinto. Lo que puede ser y no es, hasta que la obra queda  plasmada, en el campo donde los materiales se untan, se difieren, se detiene, se desparraman y el color fluye, mientras Valrá hace su danza ritual, alrededor de su estudio, (como se ve en el video que hizo  Giancarlo Ruiz ), toma el color con sus pinceles/ trapos, o sus dedos y los avienta al lienzo, o acaricia o rasga el color sobre el muro, en el estudio. Todo converge en un universo donde van apareciendo las diferentes regiones desde la oscura gentileza de ser uno con la naturaleza primigenia;, regiones abisales, galácticas, volcánicas, mareas y horizontes embravecidos; reflejando la expresión del instinto purificado con la animosidad o impulso del gesto, la rivalidad con lo que no puede ser, revitalizando la infancia de los tiempos en un juego con el fuego.


Ante esto, Valrá defiende y ratifica su posición frente a los materiales, él pinta con el cuerpo transido, se ve como un instrumento al servicio, no como demiurgo.
Del abstraccionismo figurativo, al principio de la exposición hay obras como “La patera “ donde los naranjas predominan, espacios del sol; irradian esa vitalidad e incandescencia  de un gran barco  que transporta migrantes de  África a España;  “El palestino”, que representa un Jesucristo que nos remonta en la historia, siglos; dos de sus obras excepcionales en esta sección; sección de magníficos contrastes, derramamientos  y efectos visuales que provocan el asombro y la sublimación de la mirada. 
En lo figurativo, hay cuadros de colores fríos, con personajes oscuros, animalescos, fantasmas y demonios,  aquí predominan los azules, la perspectiva de la intimidad con figuras humanas que comunican  dramatismo, subterfugios, relaciones oscuras,  que no se excluyen  en ninguna obra que valga la pena analizar, sopesar, ver con detenimiento; por lo que implica una mente profunda  abismal y extremadamente sensible. Como todo creador se enfrenta a sus ángeles y demonios, a sus fantasmas como parte del rito, afirmaría el escritor, Ernesto Sábato.


Ángel Valrá, tiene el cuidado desde el inicio de acercarnos a su técnica, en un texto que  presenta y explica  con ejemplos  claros en el video, con la que ha trabajado las últimas décadas, y logrado la libertad en el trazo y enfocar su fuerza expresiva, llamada, “Mecánica de fluidos”. 
Técnica con la que se identifica, con el manejo de instrumentos, el proceso creador y ejecuta en esta última etapa; digo se identifica, porque Valrá es un creador, y los creadores son intuitivos, saben sin saber, piensan sin pensar, el impulso de su voluntad los lleva a la  “tierra medial”;  su manera de enfrentarse al lienzo es de manera intuitiva/instintiva. Valrá intuye los fenómenos que están por venir, los olfatea, los evoca. El se planta como creador de universos, prepara sus materiales y juega con los fluidos de la pintura en los lienzos, así se va compenetrando con el tiempo, el espacio;  y la energía fluye, puede realizar juegos entre lo seco y lo mojado. En sus cuadros  aparecen grumos o volutas  de pintura, simbólicas formas como pequeñas  islas, chacras,  huesos, suspensiones  que hacen contrastes y alientan  atmósferas en el espacio poético.  El fluido cromático se convierte en ritmo, armonía, melodías, haciendo el balance en cada obra. Al explicar Valrá, la “Mecánica de Fluidos”, cobra  significado la fuerza energética que tiene su obra; el estallido del volcán, la vertiginosa expresión en su árbol de la muerte, el dramatismo de sus personajes,  la ruptura  con el catolicismo, en su “Ángel Exterminador”, el caos en “La guerra del Golfo”, la sensualidad del lomo de Equs, el magnetismo  de “Black blood”.


En esta retrospectiva, Ángel nos muestra sus  principios como creador,  basado en lecturas, en viajes, con la influencia de los maestros que admira. Ángel, ante todo también es lector y melómano, se acerca a la filosofía  y a la poesía, a través de su obra, sin el fin de encontrar la verdad, sin la pretensión de poseerla. Hay momentos geniales en la obra de Angel Valrá, entre la ruptura y la entrega; la ruptura como sostén de la crítica genialidad y la entrega como la entrada a momentos de gran lucidez.


Tijuana, B.C. 2 de julio del 2012




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